domingo, 17 de junio de 2007

Nos sobran los motivos


Este adiós no maquilla un hasta luego
Este nunca, no maquilla un ojalá
Esta ceniza no juega con fuego
Este ciego, no mira para atrás
Este notario firma lo que escribo
Esta letra, no la protestaré
Ahorrate el acuso del recibo
Estas visperas, son las de después
A este ruido, tan huerfano de padre
no voy apermitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez, ya no muere por tu boca
Este loco, se va con otra loca
Estos ojos, no lloran más por tí.

Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
este helado de fresa de la venganza,
esta empresa de mudanzas
con los muebles del amor.
Esta campana muda en el campanario,
esta mitad partida por por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.
Este cambio de acera de tus caderas,
estas ganas de nada, menos de tí,
este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremallera,
ni anillos de premusir.
Esta casita de muñecas de alcoba,
este racimo de pétalos de sal,
este huracán sin ojo que lo gobierne,
este jueves, este viernes,
y el miércoles que vendrá.

(Estribillo)

No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir "con Dios" a los dos
nos sobran los motivos.

Este museo de arcángeles disecados,
este perro andaluz sin domesticar,
este trono de príncipe destronado,
esta espina de pescado,
esta ruina de Don Juan.
Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de Barba Azul,
que poco rato dura la vida eterna
por el túnel de tus piernas,
entre Córdoba y Maipú.
Esta guitarra cínica y dolorida,
con su terco knock knockin'on heaven's door,
estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas,
a pañuelo de estación.
Este ladrón atrapado en tus dudas,
la rueca de Penélope en Luna Park,
estos dedos que sueñan que te desnudan,
esta caracola viuda,
sin la pianola de mar.


Joaquín Sabina

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