En el reflejo de aquel vidrio absurdo, veía con pesar una barba mal afeitada, un cuello que apenas alcanzaba a asomase entre las solapas y una calva que no se detenía en su crecimiento, algo que claramente no habían aprendido a hacer sus piernas. Con el dolor que aún azotaba su cabeza, no estaba orgulloso de tener que detenerse en un bar en plena campaña.
Aquella mañana el techo aún daba vueltas, su saliva era espesa, su estómago vacilaba ante las naúseas y aún así no ovidaba las palabras de aquel jovencito de acento tan extraño.
Miró através de su imagen los maderos que sacar para dejar entrar la luminosidad y prepararse con rapidez para vestir el uniforme otra vez. Él se había reído del apelativo que sus soldados le habían reglado, Le Petit Caporal, jamás pensó que alguien osaría tirarselo a la cara, qué cuentas dejaba aquel muchacho de su falta de conocimientos, tal atrevimiento de invitarlo a él a un trago, además...
República. Tampoco sabía lo que era eso. Sólo apenas algo del penoso Carlos.
martes, 12 de agosto de 2008
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2 comentarios:
la falta de practica me lelva a decir sólo lo siguiente: ta entero pulento.
ves, es tanta la falta de práctica que ni siquiera fui capaz de escribir bien "lleva". bueh
gajes del desoficio
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